Privilegiar la comunicación
No voy a negar que toda actividad que realiza el ser humano tenga un impacto en el medio ambiente. El impacto existe y lo que se debe definir es cómo encararlo y reducirlo al mínimo.
Para ello, es importante reducir este impacto mediante la prevención, la participación ciudadana que nos permitirá obtener la licencia social para poder operar, el uso racional y responsable de los recursos, los controles cruzados de las autoridades de aplicación correspondientes, entre otras cosas.
Vale recordar que la actividad minera cuenta una ley específica de medio ambiente –que no tiene ninguna otra industria en el país-, que los estándares de seguridad en la actividad superan holgadamente la media de cualquier otra industria y que la comunidad circundante a un proyecto minero obtiene beneficios económicos directos mediante la provisión de servicios y mano de obra directa e indirecta, entre otras cosas.
Hoy en día podemos ver que en Puerto San Julián, en la provincia de Santa Cruz, los cambios han sido notorios y un claro ejemplo que merece darse a conocer. La comunidad cuenta con 10.500 habitantes a diferencia de los casi 6.000 que había en 1998 cuando Cerro Vanguardia inició operaciones. Gracias al apoyo constante de la empresa y a la madurez de los acuerdos alcanzados con los representantes de la comunidad, la localidad se ha desarrollado y ha sobrepasado el promedio de crecimiento poblacional de toda la provincia de Santa Cruz.
En nuestro país hay muchos grupos de interés, entre ellos políticos, funcionarios, ONG, ambientalistas, universitarios, intelectuales y celebridades deseosos de saber y por sobre todo de inquietar a la sociedad acerca de qué hace la actividad minera, cómo cuida el medio ambiente, cuánto deja en el país, en qué beneficia a la comunidad, etc.
Como comunicadores, es nuestra responsabilidad abrir las puertas de nuestra empresa a los medios de comunicación e invitarlos a pasar y que comprueben con sus propios ojos que no tenemos nada que ocultar y que estamos orgullosos por trabajar en forma responsable.
La actividad minera ha sido históricamente una industria cerrada, en donde las prioridades estaban signadas entre otras cosas por la producción. Además se podría inferir que el desconocimiento es natural, porque es una industria moderna. Pero los tiempos han cambiado y tenemos claros ejemplos (Esquel en primera instancia y el caso de Famatina recientemente) que sacan a la luz los errores cometidos.
Se requiere de gente capacitada para explicar y mostrar, desde la humildad y sencillez, los beneficios de la minería para poder generar consenso. A partir de ahí habrá quienes se sumen a los que, por algún interés político, deseen inquietar a la sociedad sin ningún tipo de argumentos, quienes nos plantearán cosas para aclarar o cambiar, y eso hay que aceptarlo. Y otros que, mucho más racionales, coherentes con el crecimiento y el desarrollo de las provincias del interior de nuestro país, nos acompañarán.
La minería es una actividad lícita y toda crítica o cuestionamiento de buena fe tiene que aceptarse, pero siempre priorizando el marco de diálogo social franco, ágil, abierto y responsable.
Cualquier emprendimiento minero se financia fundamentalmente a través de la bolsa de valores. Cualquier problema que una empresa tenga, ya sea por contaminación o negligencia repercutirá en su credibilidad y por consecuencia en su valor bursátil. Es por esta sencilla razón que ponen especial cuidado en gestionar correctamente todos los aspectos de su operación. Pero también es cierto la poca predisposición que tienen las organizaciones ambientalistas para sentarse a hablar con el sector minero y el poco espacio que brindan algunos medios de comunicación para hacer escuchar nuestra verdad.
El empresario argentino no es un empresario de riesgo a largo plazo, razón por la cual la gran mayoría de los emprendimientos mineros del país tienen su mayoría accionaria en manos extranjeras. El Estado tiene que avanzar más en la formación y participación de asociaciones como las de Fomicruz y AngloGold Ashanti, quienes en conjunto gerencian a Cerro Vanguardia. A su vez, es el Estado el que tiene que acompañar en la comunicación, en reforzar los organismos de control y mostrar que realmente el control que se hace es eficiente.
El mal ejemplo legislativo de la prohibición del uso del cianuro en los procesos de recuperación de metales decretada en algunas provincias se esparció rápidamente y hoy parece que la tendencia legislativa es prohibir (o imponer restricciones tan severas que terminan resultando prohibitivas) la minería en ciertas jurisdicciones.
Es importante destacar que el único caso registrado por envenenamiento con cianuro fue el de las 7 muertes ocurridas en una casa de Avellaneda, en septiembre de 1993, por intoxicación con ácido cianhídrico que se debió a una mala práctica efectuada por un operador (de una empresa que no era del sector minero) al enviar a una cloaca que tenía pH ácido, un camión con baño de galvanoplastía con cianuro concentrado (400 gr./litro) que liberó el ácido cianhídrico fatal. Murió una familia y también el equipo médico enviado a socorrerlos.
El cianuro se degrada naturalmente, pues se destruye en muy pocos días con la acción de la luz solar, volviéndose así completamente inocuo.
En la minería al usarse cianuro en un circuito cerrado, alrededor del 90% del mismo se reutiliza en el mismo proceso de forma constante. Nunca se vierte al ambiente ni mucho menos a las cuencas hídricas. Según fuentes de la revista Mining Press, la minería utiliza alrededor del 13% del total del cianuro que se consume en el país. La mayor cantidad se aplica en Capital Federal y Gran Buenos Aires, en zonas muy pobladas, para la producción de pinturas, adhesivos, plásticos, nylon, goma papel, cosméticos, vitamina B17, medicinas para la hipertensión, vendas cicatrizantes, sal de mesa y vinagre, entre otros.
En mi opinión personal sobre el caso del proyecto de exploración en Famatina y, basándome en la información publicada, las falencias destacables han sido atribuidas a la falta de información que se le brindó a la población local; considero que se tendrían que haber agotado las instancias de diálogo y contención con gente específica de la zona, generar empatía, saber escuchar y responder ante las dudas, temores e inquietudes de los vecinos, informar y mostrar por sobre todas las cosas de qué manera la compañía pensaba desarrollar sus actividades, siempre dentro de un marco amparado por la autoridad de aplicación y en sintonía con el gobierno local y de la provincia de La Rioja.
No discuto que la gente tiene todo el derecho a hacer oír su voz, ya que el pueblo es el que decide, como pasó años atrás en la localidad de Esquel. Pero tampoco discuto y es destacable mencionar que la República Argentina cuenta con el mismo nivel de estándares de seguridad y gestiones ambientales que otros países como EE.UU., Australia o Canadá, que se encuentran dentro del top 10 en producción de metales.
Cuando la opinión pública habla de minería, curiosamente las personas consultadas, carecen de una formación minera; al parecer los micrófonos se encienden solamente ante algún maestro, cura local o vecino, pero creo que los medios de comunicación deberían apelar a la imparcialidad y permitir que personas con una formación en el tema puedan expresarse y así evitar que las falsedades y temores infundados se instalen.
Necesitamos más canales de comunicación que nos permitan estar más activos; más instrumentos de comunicación como folletos, manuales y libros dirigidos a toda la población, mayor actividad y presencia en medios online y redes sociales y por sobre todas las cosas centros de información desde donde se desarrollen políticas públicas orientadas a nuestra actividad.
* El licenciado Germán Stocker es responsable del área de Comunicación de Cerro Vanguardia S.A.