Un texto de Juan Carlos Pallarols

Argentum

El reconocido orfebre Juan Carlos Pallarols, que se encuentra realizando el bastón de mando del próximo presidente, permitiendo la participación de ciudadanos de todo el país a través de su propuesta “Un millón de manos para el bastón”, escribió un texto sobre su experiencia con la plata y lo que le dejó su paso por Gobernador Gregores, lugar del que salió parte del noble metal que integra el símbolo del mando presidencial. Este es el texto:

Argentum

Se siente algo especial cuando el ser argentino y artesano de la plata están unidos por un cordón tan fuerte de significados. Mi familia llegó de la misma tierra que los primeros conquistadores que arribaron algún día a la Sierra del Plata, conocida como cerro rico, por este metal precioso. A partir de esa fecha los portugueses llamaron al río de Solís, Río de la Plata. Dos años después, los españoles utilizaron también esa denominación.
Argentina es Plata en latín. El nombre Argentina se hizo popular por causa de un poema publicado en 1602 por el español Martín del Barco Centenera titulado La Argentina en el que se describe la región del Río de la Plata, así como la fundación de la ciudad de Buenos Aires. Y recién desde 1860, el nombre República Argentina es la denominación oficial de nuestra patria.
En marzo de 2011 estuve en Gobernador Gregores, en una mina de plata. Me sucedió algo asombroso: Estaba parado sin saber, en la punta del iceberg de la mayor concentración de plata y sentí su aroma, percibí su presencia.
La plata ha estado presente en mi vida desde antes de nacer, tal vez por eso he aprendido a conocer todos aquellos lugares en los que está presente: la medicina, la fotografía, la tecnología. Saber lo que consumimos es valorar lo que producimos. Aunque muchos realmente no sabemos lo que consumimos. Y así desconocemos también todo lo que producimos en millones de vidas, ignoramos las distintas relaciones que existen entre todos los componentes de nuestra naturaleza, lo que forma parte de ella desde los orígenes de la existencia. Conectamos o desconectamos la ética y la justicia en muchos ámbitos.
En mi caso soy consciente de que todo lo que forma parte de mi actividad es tratado con la misma responsabilidad que el amor que le dedico a un trabajo, que como cualquier otro dignifica mi paso por la vida, pero del que además disfruto, porque me llena de sensaciones, y me conecta con la expresión más pura cuando al fundir la plata recuerdo esa frase bíblica: Y El se sentará como fundidor y purificador de plata (Malaquías 3:3) lo que significa que Dios espera ver su imagen reflejada en nosotros, tal como la plata se hace un espejo de nuestra imagen en su estado más puro.
En Gobernador Gregores estuve cincelando el Bastón de Mando y me pasó algo muy significativo: Ví la emoción de la gente, el orgullo de pertenecer y habitar el lugar donde nace en su estado puro lo que ahora tocaban como el símbolo de la democracia. Nunca antes había estado tan cerca de lo que sienten las personas que tocan por primera vez este metal precioso, tan noble, que además de todos sus usos, particularmente en el mío pasa a formar parte de muchas historias maravillosas, cobra significados singulares, viste, conmueve, llena de estilo, elegancia y exquisita presencia tantos rincones del mundo. Algo que sale de la tierra y pasa por mis manos para brillar para siempre, mientras se luce sobre la piel de quién la atesora, o sobre ese elegido lugar de su entorno.
Haciendo un poco de historia, la plata es uno de los siete metales conocidos desde la antigüedad. Se menciona en el libro del Génesis según fuentes científicas, el metal comenzó a separarse del plomo al menos cuatro milenios antes de Cristo.
Por aquella época, tallaban y pulían piedra, utilizaron cobre, estaño y bronce y por fin un día tomaron contacto con este metal tan especial, con su color blanco y su brillo imperecedero e insensible al fuego.
Y luego de ese viaje reflexioné, si nosotros como argentinos, sentimos el mismo orgullo que sentimos por nuestra carne, nuestros vinos, nuestro folklore o nuestro fútbol, por la plata, que está en el lugar más bello: el de la identidad, en nuestro nombre.