Cuando el desconocimiento es el que empobrece

Minería versus pobreza

Fortalecer todas nuestras industrias y hacer que todo ese derrame se realice equitativamente, generando fuentes de trabajo a lo ancho y largo .del país, estimulando la producción, iremos achicando simultáneamente el índice de pobreza, que en este país debería ser cero.

¿Qué es ser pobre y qué es la pobreza? Un individuo, una familia puede ser pobre cuando aún trabajando no le alcanza para vivir, desprovisto o mal provisto de todo lo necesario. Pobres de uno u otro modo casi siempre habrán, aún en países que presiguen la igualdad e igualan hacia arriba.
Pero la pobreza es diferente. Es abarcativa de núcleos poblacionales tanto de un país como de una región. Cuando se menciona la palabra “pobreza” se simboliza la miseria humana en su máximo nivel: no se tiene lo necesario para la propia subsistencia. Pobreza es no tener un techo donde cobijarse, ni agua potable, medicina o salud. Es estar abandonado de todo y de todos.
Ningún ser humano se merece esto y es obligación de todos ayudarlo, pero mayoritariamente es función de los gobernantes que acierten con políticas que dejen de fabricar pobreza agrupada en villas miserias o desparramada por los campos.
En el programa televiso “Palabras más, palabras menos” se expusieron indicadores de pobreza de Argentina, Brasil, Uruguay y Chile. De todos, los peores son de Argentina. Los mejores, de Chile.
¿Y qué tiene Chile, un país de suelos desérticos y de montañas, que no tenemos nosotros?
Los argentinos tenemos también grandes extensiones de suelo desértico y montañas al oeste y en toda la extensión de nuestro país, y también como Chile, un extenso litoral marítimo. Además tenemos una pampa húmeda inmensa con tierras fértiles capaces de producir una amplia variedad de cereales y pasturas. Y la tecnología y habitantes con capacidades para trabajar y producir. Entonces, no es qué tiene sino qué hace.
Chile extrae, con minería, las sustancias que existen en su suelo y montañas. Esta es su principal fuente de ingresos y su derrame bien hace que cada vez tenga menos pobres. Con la minería bien realizada, Chile figura entre los primeros países del mundo en producción de cobre a cielo abierto.
Nosotros, los argentinos, tenemos habitantes en nuestro país que reniegan de la explotación de los recursos naturales con mineros en nuestros desiertos y montañas, aduciendo falacias respecto a la contaminación ambiental, al uso del cianuro, contaminación y uso excesivo de las aguas, entre otros, sin ningún fundamento científico y técnico. A ello le agregan destrucción de las fuentes naturales de provisión de agua, y dicen que la minería solo deja un agujero en el suelo.
Estos habitantes de nuestra Argentina pareciera que desean hacer desaparecer la minería y establecer una fábrica de pobreza.
Tenemos un suelo generoso en la tremenda amplitud de nuestros desiertos y montañas. Hace falta explotar los recursos naturales que el suelo nos ofrece. En la terminología de la minería, explotar significa arrancar o extraer del suelo sustancias minerales útiles y necesarias para el hombre. Por supuesto, también debemos utilizar todos los recursos de nuestro suelo con la agricultura, ganadería, pesca, e industrialización. Fortalecer todas nuestras industrias y hacer que todo ese derrame se realice equitativamente generando fuentes de trabajo a lo ancho y largo .del país; porque estimulando la producción achicaremos simultáneamente el índice de pobreza, que debería ser cero.
Deberemos, además, ocupar los desiertos en base a sus recursos naturales ya sean renovables o no renovables; implantar en las vegas artificialmente pasturas (como en San Juan y Catamarca en las minas Veladero y Bajo de la Alumbrera, respectivamente, donde la presencia de guanacos protegidos ha crecido de unas pocas docenas, a varios centenares en 4 años); aprovechamiento energético del viento, agua de pequeños riachos y aguas termales; exploración y posterior explotación de recursos mineros; trazado de caminos que acorten las distancias: creación de asentamientos poblacionales pequeños que eviten, en alguna medida, la emigración a los grandes centros urbanos, instalando escuelas, centros de salud y comunicaciones fluidas; crear y fomentar quehaceres que impliquen elaboración de productos generadores de más mano de obra; realizar una mejor distribución territorial con el propósito de que no hayan amontonamientos de población, no deseados; evitar asentamientos sobre costas de ríos y arroyos, para que no se contaminen, como ocurrió con el Riachuelo.
En las poblaciones que se instalen en nuestros actuales desiertos y al pie de nuestras montañas, no ocurrirá como en Buenos Aires, en la que cada vez que cae un buen chaparrón, se producen rebalses a través de las bocas de tormenta y fluidos cloacales que inundan calles, veredas y subsuelos de edificios. Tampoco transitarán, en montón, miles y miles de automóviles, camiones, ferrocarriles con motores alimentados con sucedáneos del petróleo que emiten enormes cantidades de gases contaminantes del aire.
Y hagamos un paréntesis. Cada litro de combustible que quema un vehículo, emite aproximadamente 1000 litros de gases compuestos principalmente por dióxido de carbono, monóxido de carbono y emisiones de plomo, azufre y partículas de carbón. El dióxido de carbono es más pesado que el aire, y por ello permanece en la superficie del suelo, no es tóxico pero desaloja parte del aire causando deficiencia, bajando el contenido de oxígeno. El monóxido de carbono causado por mala combustión, es altamente tóxico, y es el más común de los gases mortales.
La hemoglobina de la sangre tiene con el monóxido una afinidad 250 veces mayor que con el oxígeno, formando un compuesto que impide el intercambio gaseoso a nivel pulmonar. Cuando la atmósfera contiene un 0,04% de monóxido, la hemoglobina se satura en un tercio, y cuando está saturada totalmente impide la ósmosis sanguínea causando la muerte.
En una ciudad en que circulan 1 millón de automotores por día, se emitirán 20 millones de metros cúbicos de gases tóxicos. Esto es ni más ni nada menos que una permanente grave y agresiva contaminación del medio ambiente. Y sucede a diario en poblaciones de más de 100.000 habitantes.
Si esto no es contaminación medioambiental, ¿la vamos a buscar en la minería, que se desarrolla con el máximo cuidado y respeto en sitios casi aislados y en algunos casos a cielo abierto, que significa al aire libre, con el que permanentemente convivimos?. No permitiremos más nunca, que se nos endilguen y nos quieran cargar con culpas ajenas.
La minería, como muchísimas industrias, afecta y altera, dentro de límites establecidos por las normas existentes, el medio que nos rodea, y cuando la minería cesa, porque los recursos económicos que se extraen no son renovables, el ambiente se remedia y la Naturaleza se encarga con el tiempo a completar el proceso. La corteza terrestre está naturalmente expuesta a permanentes cambios, tanto naturales como artificiales y busca su propio equilibrio.
La minería no es generadora de pobreza. Por el contrario, a la pobreza, a medida que la minería crezca, la vamos a hacer desaparecer.
A los detractores mal intencionados les pido que también hagan desaparecer a su propia pobreza. Pero por favor, no hagan “desaparecer” a los pobres, a ellos saquémoslos de esa maldita categoría.